martes, 28 de julio de 2009

1+1 ES 11, ¿O NO?

Fue una mañana de invierno, en la perezosa primera hora de un lunes como hoy pero del helado julio de 2006, hace exactamente tres años: yo tenía diecisiete y cursaba tercer año en el Franciscanos de Paso del Rey, era apenas uno de los vivarachos, burlones varones de Tercero "B". A ese lugar llegaba en auto cada mañana soportando a Mamá con sus advertencias/sugerencias insoportables sobre la ola polar y el riesgo de enfermarse que repetía incalzablemente en esas quince cuadras que duraba el trayecto. Tras el tedioso tándem patriótico-religioso (izamiento de la Bandera Argentina más el Padre Nuestro De Cada Día) entre bostezos y flatulencias nos cagábamos religiosamente de frío hasta el mediodía en ese salón estrecho, alto, con pupitres de madera, una estufa oxidada (que a veces hacía de tacho de basura) y un ventanal que daba a la galeria y el patio de cemento en que -cada recreo- exhibíamos nuestra bandera negra y blanca (¡Gato devolve el trapo chorro!) y nos relacionábamos con las pebetas de los otros cursos vanagloriándonos de ser "los más grandes de la mañana".
Esa madrugada (¡sí, entrábamos a las siete menos veinte de la mañana! De no creer), la Gorda Busico -que nos daba Metodología de la Investigación los lunes, miércoles y viernes; cuatro horas a la semana- llegó y sin saludar ni comentar alguna travesura estúpida de su hijo se puso a tomar lista y anunció una lección oral sorpresa con una mueca arrogante y una sonrisa comparable a la de Cruella de Vil en 101 Dálmatas I.
-Los temas son los que vimos la última clase así que no me vengan con que no se acuerdan y mucho menos con que no estudiaron -dijo la Gorda.
Y fue deslizando su dedo índice de arriba abajo por la planilla de asistencias mientras todos nosotros le implorábamos a Dios (en ese momento todavía creíamos en él) y al destino, que esa extremidad regordeta y peluda no cayera sobre el casillero de nuestros apellidos. Luego de unos minutos de incertidumbre y nerviosismo, la Gorda se decidió y dio el nombre del desafortunado que debía "pasar al frente".
-El primero va a ser... Nicolás Massare -anunciaron sus labios carnosos. Las risas chillonas de todos nosotros, los suertudos o "culones", se escuchaban por doquier y por momentos parecíamos hienas a la espera de un festín imperdible. Y es que finalmente lo fue:
-Digame Nicolás: ¿qué es el método científico?
-...
-¿Cuáles son los diferentes tipos de hipótesis existentes?
-...
-¿Cómo se debe encarar una investigación periodística?
-...
-Massare no ha respondido absolutamente nada hasta el momento. Se supone que debería haber estudiado. No me haga perder el tiempo.
-Sí, Proferosa, se "supone" que estudié. (Risas)
-Massare vuelva a su banco. Tiene un uno.
-Bueno, uno más para la colección. Total: 1+1 es 11, ¿o no? (Carcajadas)

miércoles, 15 de julio de 2009

CENSURA


Hoy me di cuenta de que en algunos textos debería existir la censura. Pero no por los datos prohibidos o reveladores que puede contener un escrito sino por su exceso de hippismo y libertinaje. A continuación un ejemplo tipo de este fenómeno:

PERROS

Por Sin Cel

Y si lo que querías ver no estaba ahí
entonces no existía.
Nos entregamos cada vez más a los ojos,
¿será porque cada vez nos vemos más de cerca?
Me acuesto pensando que nada es
pero me levanto y todo es otra vez.
El suelo siempre supo esconder las cosas,
no podemos reducirnos a nuestros pies.
Sin embargo, nos divierte estar al revés.
Más es menos y las dos un pedacito de mí,
y cientos de blancas cortinas durmiendo sobre los hombros de algún amante de Hollywood.
Egoísta fuistes al olvidarte de ti,
yo estaba al otro lado construyendo el tren que nos llevaría de nuevo al tiempo.
Y las sombras como siempre quieren mostrarnos el lugar,
pero se ríen al saber que nosotros también somos polvo
y no nos damos cuenta que el equilibrio es solo un símbolo y lo exacto otro punto en el espacio.
Ser sería mejor pero todo tiene sus ventajas,
hasta lo que no sirve, sirve.
Todo no necesitamos y algo nos necesita.
Poca magia para tantos conejos,
poca suerte para tantos perros.
¿Cuando me convertí en una boca?
Quizás cuando me comí lo que quedaba de mí,
lo que aún podía compartir.

Ah, y encima el autor se hace llamar SIN CEL. Yo me pregunto: en caso de ser cierto, ¿cómo hace este ipie para comunicarse con el mundo?